Posted on junio 12, 2017, 10:37 am
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Vale, sí, lo admito: soy una filthy-casual- player cuando de Overwatch hablamos. De  hecho, quien de verdad juega y se lo toma como si se le fuera la vida en ello es mi  padre. Pero lo que de verdad me gusta de este juego es el lore, la historia de cada  personaje y sus personalidades, y es de ello de lo que quiero hablar hoy. Llamémoslo  “Overwatch me enseñó”. 

Si hay algo que me enamoró de este juego es que cada personaje tiene su vida, sus  motivaciones, personalidades distintas que les hacen únicos frente al resto de héroes.  Algunos buscan respuestas y la paz en el mundo (o, al menos, en su interior…dadle  algo de cariño a Hanzo, por favor), otros venganza; unos luchan por lo que creen y  otros por defender su hogar. Y me condiciona mucho a la hora de elegir un personaje  con el que jugar: por ejemplo, no me siento cómoda jugando a Widowmaker por cómo  es ella y, sin embargo, adoro jugar Tracer porque me veo totalmente identificada con  ella (pese a que manquee como Dios y muchas veces me muera al pegar la bomba  porque se me olvida utilizar la E, pero bueno….lo intento). Pero ese es otro tema en el  cual no me quiero meter; hoy estamos aquí para hablar de lo que este juego significa  para mí y no de personajes concretos.

Overwatch es un juego en el que, gracias a sus personajes, he encontrado ese  empujón que todos necesitamos para salir de nuestra zona de confort y ver qué hay  más allá de la misma. Y creedme: ha merecido totalmente la pena. Puede sonar a  chiste, pero el sentirse identificado con algo y ver cómo ello ha evolucionado (para  bien o para mal) llega a motivar y a romper todos los “y si…” o “ya mañana…”; quizás  ya no haya un mañana para hacerlo, quizás el mañana haya que salvarlo porque  todavía necesitamos héroes. Y no me refiero a soldados que salven a la humanidad;  me refiero a personas capaces de soñar, capaz de romper esquemas, con la habilidad  de perdonar y perdonarse, de renacer cuando todo lo que le rodea son cristales  rotos…y esto es algo que he aprendido gracias a Overwatch.

Ahora es cuando os echo la charla: nunca dejéis vuestros sueños ni aspiraciones de  lado. Que arda el mundo, que se inunden las calles, que un terremoto sacuda la tierra  y el cielo…nunca desistáis ni os apartéis del camino que vosotros y vosotras escogéis.  ¿Pensáis que no tenéis el talento? Trabajad duro. ¿Tenéis el talento? Trabajad  también; si este no evoluciona, se convierte en un músculo inútil (o en la muela del  juicio, que está ahí por estar y a veces duele). Y haced aquello que os haga felices,  porque es aquello que nos queda cuando llegamos a la tumba. Incluso cuando no  creáis en vosotrxs, aunque no tengáis fuerzas para continuar…recordad que Roma se  construyó sobre ruinas y vosotrxs también podéis. Perseguid vuestros sueños, amad  lo que hacéis, aspirad a ser la mejor versión de vosotrxs cada día y nunca temáis  hacer ruido por ello. Suena cursi, pero…es lo que hay.

Y esto no pretendía ser una entrada…¿motivacional? Digámoslo así. De veras que no  lo pretendía, pero Overwatch me ha cambiado la vida de cierta forma (a mejor, quiero  creer) y no solo por lo que he dicho anteriormente; he conocido a gente maravillosa  (va por vosotros, Sara y Alex), me he unido más a varios amigos e incluso a mi propio  hermano -cuando no se dedica a llamarme noob o a decirme que me compre unas  manos-. Pero, volvemos al principio: soy una filthy-casual con poco tiempo libre (al  menos ahora) y os mentiría si os escribiese una entrada haciendo un análisis en  profundidad del juego…después del verano ya será otra historia.

Espero que disfrutéis de este juego y sus personajes tanto como yo lo he hecho y que,  con algo de suerte, os veáis reflejados en alguno de ellos y os ayude como a mí. Ah, y  si veis a una tal MinHana por el mapa…no vayáis a por ella, que es muy MUY mala  jugando.

Feliz aniversario, ¡gracias por todo!