Posted on mayo 20, 2017, 4:08 pm
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Cuando alguien piensa en videojuegos, no es raro que la primera imagen que le venga a la cabeza sea la de algún título de acción, quizá un shooter o un juego de lucha. Sin embargo, la acción no lo es todo en el mundo de los videojuegos.

Si bien es cierto que desde siempre han existido títulos en los que la acción pasa a ser algo secundario, recientemente hemos podido ver títulos en los que prácticamente desaparece, haciendo que jugar pase de ser una actividad en la que estar alerta y preparado para combatir contra cualquier enemigo, a un simple paseo por bonitos escenarios mientras descubrimos poco a poco una historia. Es de estos juegos de los que vamos a hablar hoy, juegos que ayudan a relajarse al jugador, juegos que bien podrían llamarse walk games.

Quizá el ejemplo más sonado de este tipo de videojuegos sea Journey, el título de Thatgamecompany distribuido en 2012 a través de PlayStation Network, para más tarde llegar a las tiendas en formato físico para PS3 y finalmente para PS4.

Journey nos transporta a un universo desértico, donde encarnamos a un personaje del que no sabemos nada más allá de que viste una especie de túnica y una larga bufanda. No se nos explica lo que debemos hacer con él, ni se nos introduce en su historia, ni se nos presentan grandes enemigos. En Journey lo que cuenta es nuestra intuición. Nosotros somos los que debemos averiguar por qué estamos en ese desierto con ruinas y cómo resolver los puzles que se van presentando en nuestro camino. Sin embargo, todo ello lo hacemos envueltos en una atmósfera de calma y serenidad, admirando el maravilloso arte del juego y acompañados de una magnífica banda sonora (como dato curioso, cabe decir que consiguió una nominación a mejor banda sonora para un medio visual en los Grammy de 2013, convirtiéndose así Journey en el primer videojuego que forma parte de estos premios)

Es un juego, como dicen muchos de sus jugadores, “para relajarse después de los problemas e inconvenientes del día a día”.

 
 
 
 
 
 
Sin embargo, no es el único juego que encontramos con estas características. Entre los juegos “relajados” o para pasear por ellos un rato, encontramos también el siguiente título:
Abzu.

En Abzu, videojuego de la desarrolladora Giant Squid y lanzado a la venta durante el verano de 2016, asumimos el papel de un submarinista que se adentra en las profundidades del océano, donde podemos ver las diferentes especies de peces y mamíferos que conforman la fauna marina, así como corales, plantas y, por encima de todo, preciosos escenarios.

En este juego exploramos cuevas, nadamos junto a bancos de peces e incluso nos desplazamos con la ayuda de animales como delfines. Y, mientras investigamos las profundidades del mar, podemos observar unos paisajes marinos llenos de color y vida. En este juego lo difícil es no pararse a admirar cada detalle del entorno que nos rodea, e incluso desear estar allí en persona para disfrutar de sus vistas mientras nadamos tranquilamente entre sus aguas.

Sin embargo, es muy probable que viendo imágenes del juego uno recuerde el título anterior, Journey, y no sin motivos, ya que el director de arte de este último es el fundador de la empresa que ha desarrollado Abzu. No sorprende entonces que ambos juegos se sitúen en una misma categoría, que los dos sean una aventura tranquila, sin sustos ni momentos de tensión, pero dos pequeñas joyitas a pesar de ello.

Por último, pero no por ello menos importante, me siento en la obligación de citar otro título que encaja en esta categoría: Firewatch, creado por la desarrolladora Campo Santo y puesto a la venta a principios del pasado 2016.

A diferencia de los dos anteriores, en Firewatch no nos limitamos a explorar y descubrir poco a poco el mundo que nos rodea, sino que partimos de una historia que se convertirá en el hilo conductor del juego.

En esta ocasión, vemos el mundo a través de los ojos de un hombre que, por circunstancias de la vida, acaba desempeñando la labor de guardabosques. Poco a poco iremos avanzando en su historia personal, de la que conocemos su pasado pero no su presente, mientras nos adentramos en el bosque y procuramos que nadie altere la paz que se respira en ese paisaje natural. Sin embargo, si por algo destaca Firewatch es por sus paisajes, que con un arte visual fuera de lo común hacen que la experiencia de juego sea toda una delicia, hasta el punto de que una vez comienzas a sacar fotografías con la cámara que se te entrega en el juego, te olvidas de continuar con la historia.

Es importante mencionar como, a pesar de lo inusual de su trama y de la poca acción que contiene, este título se ha hecho ya con numerosos premios y ha conseguido vender más de un millón de copias, llegando a acordarse incluso el rodaje de una película basada en él.

Nos encontramos así con tres títulos más o menos recientes que no necesitan acción, enemigos o momentos de tensión, sino que han optado por todo lo contrario y han logrado con estos inusuales elementos alcanzar el éxito. La calma es el factor predominante en todos ellos, seguida de un cuidado arte visual, que tienen como misión dar un descanso al jugador, ser un pequeño oasis de paz en su día a día. Un tipo de juegos que, sin lugar a dudas, esperamos tengan pronto dignos sucesores que se sumen a esta nueva corriente.