Según la definición de la Real Academia Española (o RAE), un videojuego es un juego electrónico que se visualiza en una pantalla. Sin embargo, a la hora de la verdad parece haber cierta confusión sobre el tema.
Hace poco sucedió lo siguiente: estábamos unos amigos y yo hablando sobre los distintos videojuegos a los que estamos jugando últimamente, cuando mencioné de pasada Los Sims y me dijeron “ese no cuenta”. Reconozco que en aquel momento no di importancia al comentario, pero mientras volvía a casa empecé a preguntarme por qué. ¿Por qué Los Sims no cuenta? ¿Acaso no es un videojuego también? Para muchos la respuesta es un claro y rotundo no.
Mientras que hay títulos que son considerados el juego del año antes incluso de su llegada a las tiendas, otros, sin saber muy bien porqué, acaban siendo calificados como videojuegos de segunda. Algunos aluden a su facilidad, otros al público al que están destinados (jugadores casuales, en su gran mayoría, o los erróneamente considerados para el género femenino) y también los hay quienes aseguran que lo que hace que no merezcan ser reconocidos como tal, es su falta de acción y aventura. Un simulador de vida no puede ser considerado un videojuego. Un juego para móviles, tampoco. Un juego “para niñas”, menos aún.
Sin embargo, si nos paramos a pensar, ¿acaso no es lo mismo un Fallout que un, por poner un ejemplo, New Style Boutique? Ambos son un producto nacido de una idea que, tras pasar por manos de muchos profesionales del sector (creativos, programadores, diseñadores, animadores, etc.), llegan a las tiendas para ser comprados y jugados a través de una videoconsola por un determinado público. En su esencia, son el mismo producto.
Por supuesto, habrá juegos que gusten a unos y a otros no. No debemos olvidar que en la variedad está el gusto y que alrededor del mundo podemos encontrar jugadores de todo tipo, pero que se creen juegos para un público muy concreto –como pueden ser aquellos que sólo juegan en su móvil cuando van al trabajo en metro– no debería ser motivo de desprecio, sino más bien de alegría, ya que gracias a ellos se abren las puertas de este mundo a un nuevo tipo de jugador que de otra manera quizá nunca se hubiese interesado por los videojuegos.
Es por ello que escribo este artículo, que más que un artículo es una petición para todos los jugadores: acabemos con la división de clases en los videojuegos. Dejemos de considerar que unos merecen un mayor reconocimiento en la industria que otros, dejemos de discriminar algunos títulos por razones sin sentido. Todos estos juegos a los que tantas horas dedicamos y que tanto disfrutamos, tienen un gran equipo detrás que merece que su trabajo sea reconocido.
Al fin y al cabo puede que haya videojuegos buenos y videojuegos menos buenos, pero todos son eso, videojuegos.